lunes, 2 de diciembre de 2013

martes, 5 de noviembre de 2013

i'd do


tres esperpentos en las horas quedadas,
uno hacia la media noche, uno por los espíritus, uno al desayuno.

en una calma forzada, recoger los alientos:

¡huye al bosque, devora niños!,
con tus restos de trocitos de infantes acaramelados


la bondad no corre por tus venas,

tiempos difíciles se aproximan,
y vos acá, botando la esperanza.


miércoles, 9 de octubre de 2013

de: Outside

El exterior me atrapaba en los huecos y en los momentos vacíos. Cuando escribía libros, creo que ni siquiera leía los periódicos. No reparaba en lo que sucedía, ni lo comprendía. Escribir artículos era salir afuera, era mi primer cine.

Marguerite Duras, Outside, 6 de noviembre de 1980




Las Flores del Argelino

Es domingo por la mañana, las diez, en el cruce de las calles Jacob y Bonaparte, en el barrio de Saint-Germain-des-Prés, hace diez días. Un joven que viene del mercado de Buci avanza hacia este cruce. Tiene veinte años, viste muy miserablemente, y empuja una carretilla llena de flores: es un joven argelino, que vende flores a escondidas, como vive. Avanza hacia el cruce Jacob-Bonaparte, menos vigilado que el mercado, y se detiene allí, aunque bastante inquieto.

Tiene razón. No hace aún diez minutos que está allí –no ha tenido tiempo de vender ni un solo ramo– cuando dos señores “de civil” se le acercan. Vienen de la calle Bonaparte. Van a la caza. Nariz al viento, husmeando el aire de este hermoso domingo soleado, prometedor de irregularidades, como otras especies, el perdigón, van directo hacia su presa.

¿Papeles?

No tiene papeles de autorización para entregarse al comercio de flores.

Así, pues, uno de los dos señores se acerca a la carretilla, desliza debajo su puño cerrado y -¡eh!, ¡qué fuerte es!- de un solo puñetazo vuelca todo el contenido. El cruce se inunda de las primeras flores de la primavera (argelina).

Ni Eisenstein, ni nadie están ahí, para captar la imagen de las flores por el suelo, que mira el joven argelino de veinte años, escoltado a uno y otro lado por los representantes del orden francés. Los primeros coches que transitan por allí, y esto no puede impedirse, evitan destrozar las flores, esquivándolas instintivamente mediante un rodeo.

Nadie en la calle, excepto, sí, una mujer, una sola:
– ¡Bravo!, señores –exclama–. Ven ustedes, si se hiciera eso cada vez, nos libraríamos pronto de esta chusma. ¡Bravo!

Pero viene del mercado otra mujer, que iba tras ella. Mira, tanto las flores como al joven criminal que las vendía, y a la mujer jubilada, y a los dos señores. Y sin decir palabra, se inclina, recoge unas flores, se acerca al joven argelino, y le paga. Después de ella, llega otra mujer, recoge y paga. Después de ésta, llegan otras cuatro mujeres, se inclinan, recogen y pagan. Quince mujeres. Siempre en silencio. Aquellos señores patalean. Pero, ¿qué hacer? Esas flores están en venta y no se puede impedir que se quiera comprarlas.

Apenas han pasado diez minutos. No queda ni una sola flor por el suelo.

Después de esto, los citados señores pudieron llevarse al joven argelino al puesto de policía.

M.D
France-Observateur
1957

martes, 20 de agosto de 2013

Glassy


Percatarse. prnl. darse cuenta clara de algo.

...de "algo" como: barcos
que son los mismos que laten hace tres años ya.
esos que se toman en el puerto o en la playa con el pantalón hasta las rodillas,

un poco será lo mismo, los dos atraviesan bruscamente el oleaje,
los dos dejan tierra, insípida e incierta, atrás.    


...fue un atisbo,
en el camino ('eterno') que se matizaba desde el turquesa al negro, 
en las uñas clavadas en el borde, 
en los segundos contados de la ola-subida, y tragados de la ola-bajada,
en la colaballena-emergida, y colaballena-sumergida.  

...fue efímero,
como es el día, 
como es la mirada,
como es el recuerdo.

instantes (im)precisos en los que el corazón se despierta, bombea un susurro a la garganta y llena de oxígeno a los ojos, para entonces entre los tres gritar fuertísimo: es "algo" de partir.   

(dando término a tres años de subordinación).



   

martes, 13 de agosto de 2013

Plan C(lé)


Belleza es ver, conejo endemoniado, cómo al amanecer, con cada brinco, descubres nuevos mundos.
Han sido los dioses, y tres copas de vino, quienes trazaron tan inhumana perfección (en tus pequeñas garras negras...)





"lo más horroroso es que la belleza no sólo es aterradora, 
sino también misteriosa"
Dostoievsky (Los hermanos Karamnzov)


¡Bienvenida seas, mi Clé!

viernes, 24 de mayo de 2013

corazón delator






he descubierto que el gusto de recorrer la terraza, vuelta adelante y vuelta atrás, viene de una sensación de enraizamiento.

en un mundo doloroso,

la perfección de la alegría la he encontrado en los cabellos asoleados que se arremolinan en el rostro con cada aire, en sus piruetas felinogozosas, en saber un suelo firme y resistente bajo las desnudas plantas de los pies.

creo haber visto la verdad,
solo la verdad
y nada más que la verdad.




jueves, 9 de mayo de 2013

de: limpiar la mirada


(...) a veces permaneces horas mirando un árbol, describiéndolo, analizándolo: las raíces, el tronco, el ramaje, las hojas, cada hoja, cada nervadura, cada rama de nuevo, y el juego infinito de las formas indiferentes que tu mirada ávida mendiga o suscita: rostro, villa, laberinto o camino, blasones y cabalgatas. A medida que tu percepción se va afinando, se hace más paciente y más ligera, el árbol explota y renace, mil matices de verde, mil hojas idénticas y sin embargo diferentes. 

Te parece que podrías pasarte la vida ante un árbol, sin agotarlo, sin comprenderlo, porque no hay nada que comprender, solo que mirar: lo único que puedes decir de este árbol, después de todo, es que es un árbol; lo único que este árbol puede decirte es que es un árbol, raíz, tronco, ramas y hojas. 
No puedes esperar de él otra verdad. El árbol carece de moral que proponerte, de mensaje que proporcionarte. Su fuerza, su majestuosidad, su vida -si es que aún esperas obtener algún sentido, algún valor de estas metáforas ancestrales- no son sino imágenes, recompensas tan vanas como la paz de los campos, como la insidia de las aguas en calma, la valentía de los pequeños senderos que trepan no muy alto pero sí ellos solos, la sonrisa de las viñas donde los racimos maduran al sol.

Por eso el árbol te fascina o te sorprende, o te calma, debido a esta evidencia insospechada, insospechable, de la corteza y las ramas, las hojas.

Un hombre que duerme
G. Perec

domingo, 5 de mayo de 2013

PANECITO

He visto la llovizna, que se aproximaba desde el Sur, transformarse en diluvio al llegar a la ventana. Esa neblina, que inunda la tierra que se humedece, fue presagio del tiempo sin luz que se aproxima: mis dedos trazarán tu ombligo en el aire, cuando a mi cuerpo en luto lo rondes con aromas conocidos...


Tributo es acortar la pérdida de los sentidos:
La misma lluvia, antes de chocar, me recorrerá lavando los vestigios que en la pielella un tanto necia ahora se encierran.

¡Por fortuna es invierno! 
Tantas gotas secarán tu voz grave, tu dulce voz grave, de mis oídos, de mi boca, de mi tacto. En unos días, apuntaré la vista clara hacia el Panecito, porque:

esta es tanto una buena despedida que la mano nostálgica se niega a temblar, al cerrar la puerta.  




lunes, 25 de febrero de 2013

gracias por los recuerdos

en los momentos menos adecuados se me quiere ir la lengua, la encierro con esfuerzo.
Trago el impulso y lo arremeto a los dedos.
imagino uno tras otro los cigarrillos que me fumaría si su olor no me resultara insoportable.
No hay vaso que tomar, pared que arañar, mano que sujetar.
si pudiera me subiría al árbol más alto. como una salamandra, con un dedo a la vez tocaría la noche, acariciaría la luna, y de tanto cuidado en los movimientos, podría aullar, aullar con entrega.
¡Sácalo lengua, sácalo de una vez!
escribe, ¿qué más se puede hacer?, ¿qué más quieres hacer?
Cuenta, ¿qué más se quiere hacer?, ¿qué más puedes hacer?

     el jueves, un gorrión bajó al café. despacito, con calma, reunía migajas.
     su comer se registraba en mi piel.
     cada miga: segundos de vejez.

envejezco, abuela...
pero, la memoria es un gran poder.
veo, desde tu habitación, el sonido del viento en las noches de verano; desde tu cocina, la mermelada; desde tu sala, las historias, las veo todas.
¿recuerdas tu sonrisa al escucharme leer mi primera oración?
¿recuerdas tu sonrisa al atardecer?
¿quién diría que el volar de las loras podría traer paz a "el albergue de las mujeres tristes"?

te veo abuela, envejecimos...
pero, la imaginación es más poderosa que la memoria

     el gorrión, cuando se fue, se hizo un abejorro,
     y hay quienes dicen que los abejorros no pueden volar.
     granny, these will always be our days.

ps. voy a buscar la foto de los chihuiles

lunes, 21 de enero de 2013

aliciayelconejo

Y... viene el Chris, y en una frase lo resume:
"me haces llorarsonrojarvomitaranhelarmadeciar"

Se me hincha el pecho y digo:  el mundo, ese, no nos pasará encima. No a este par de historias.
A las demás: capaz y sí.

Pero, vos y yo, jugamos a que el segundo es la permanencia.


miércoles, 9 de enero de 2013

think of not-thinking


Salí por un ratito, a recoger al gato que lo tenía encargado (a sí mismo, porque de tanta libertad que le cabe resulta inencargable). 
Arrastraba los pies, escalón tras escalón, con el peso de sentir cómo te extraña el cuerpo.
...¿cómo te extraña el cuerpo?...
La frase me arrolló por su inquietud (¿?) y no por su determinación (¡!).
¿Sabes de esa regla que dice que después de un punto inicia una nueva oración?
Mi vida tiene una colección de puntos suspensivos, puntos y comas, comas, guiones.
Y vos, ahora, que vienes a ser una especie de tilde,  grave y circunflexa, y de diéresis (dos puntos al fin y al cabo). 
Y vos, ahora, que matizas la continuidad de mi misma existencia. ¡La salpicas! (es determinativo).

En 14 gradas tuve el tiempo para intuirte en el cuerpo.
Llegué a la terraza y cuando (sin querer) levanté la mirada, la nube era tan nube en medio de la oscuridad, la estrella tan estrella, que no hubo espacio para dudas.

¡Solo hay un punto final! (determinativo).
Hasta su venida, recogeré al gato, desglosaré las oraciones, y dejaré la puntuación a su libre albedrío.



viernes, 4 de enero de 2013

mi vida sin mayúsculas


¿viste el trayecto de mis pupilas?
¡recuérdamelo!
y, de vez en cuando, ¡elige un coche!

que el carrusel no para.
así como el punto,
no marca el inicio de algo nuevo.