miércoles, 25 de agosto de 2010

En la Fosa de las Marianas...

¡Hmmm!
Jacques Cousteau estaría orgulloso de mí, por mi inmersión a las profundidades digo.
Bueno, tal vez no tan orgulloso porque suelo meterme a bucear sin tanque de oxígeno y, a cuarto de camino, hay que parar la exploración y volver a la superficie.

¡Principiante! me diría pero, eso sí, con tono de admiración a mi "suficiencia" y osadía.

Y, después del bochorno ante el "crew", los dos repetiríamos juntitos:

"El océano, una vez que ha lanzado su embrujo, te atrapa en su red de maravillas por siempre."

¡Ah! ¡Qué momentos...!
¡Qué momentos serían...!


Serían... y no son por obviedades, pero también por la tangible diferencia en el objeto de nuestras exploraciones; las de Jacques toman al océano en literal, las mías lo toman (al océano no a Jacques, aunque ya habría yo querido tomarlo a él - a Jacques y no al océano...)... bueno, en fin, dejando mis ideas de exploraciones lujuriosas de lado y cualquier otro lapsus, yo utilizo al océano como la figurilla trillada referente al inconsciente.

Mi bitácora registra, en las primeras exploraciones, el descubrimiento del miedo y, en inmersiones posteriores, ya se anotan ciertos detallitos del mismo, por ejemplo:

  • En le exploración nonagésima: "la criaturilla, si suelta a su libre albedrío, alcanza las dimensiones de un conjunto universo de calamares gigantes". O sea (no): ¡Puede ser grandisísísima! 
  • En la exploración tricentésima: "la criaturilla puede hacer uso de la cripsis (no, no es que entra en estado de pánico-ansioso-depresivo, la "p" está bien puesta, siga leyendo)". Lo que quiere decir que: puede adoptar cualquier forma para emular adaptación al entorno - miedo a un ser humano, a un batracio, a un tiburón, a una estrellita de navidad, a bob esponja, a un coral, a un pulpo intenso... y/o a una idea (buen pulpo Vs. mal pulpo), una acción (flotar Vs. hundirse y Vs. nadar), una realidad (atrapado en la red) e incluso puede ser miedo al miedo (de soltarse de la red y volver a nadar), etc.
  • En la exploración cuadringentésima: "la criaturilla se alimenta de mí y yo la alimento a ella.". Se trata de una "buena y nutritiva" simbiosis donde los dos, como anémona y pez payaso, podríamos quedarnos acurrucados, "contentos" y bien estancados en la profundidad. 

(Activando tono de sarcasmo)  
¡Ah! ¡Qué maravilla...!
¡Qué maravilla el descubrir cómo me hago el auto-sabotaje!


Y... ¡me olvidé mi tanque... otra vez!

Queda acá mi Jacques... (y yo me llevo un "lapsus" con él...)




Información de:    Fosa de las Marianas

martes, 24 de agosto de 2010

"El Espíritu Oculto de los idiomas...

Como no poseo las "capabilities" requeridas y
no pretendo forzar aquello que no brota naturalmente, con humildad sólo pido:


Que las palabras no estructuren mi mundo en estricto raciocinio,
que no dominen mis pasiones,
que no condenen al limbo de lo inaceptable a lo incomprensible y,
que no sufran de empobrecimiento en esta naturaleza"


Un Jaime de Ojeda (1971) dice que:

(...) Sólo el arte ofrece al hombre civilizado la arcana intuición de su existencia
y sólo en momentos de grave crisis surgen del fondo primitivo del hombre civilizado los ramalazos mágicos del mundo perdido, el terror de la noche, la angustia del infinito, el misterio del otro, la fuerza incontrolable, destructora y suicida de la emoción desatada (...)


Y cierra el párrafo con una frase a la que hago reverencia:

"El espíritu oculto de los idiomas es privilegio de los poetas"


Entonces:
Mi cabeza en la Psicología,
Mi Corazón en las Artes
Mi despierta emoción en admiración a las expresiones manifiestas o latentes
de quienes tienen, en sí, este espíritu oculto.

sábado, 21 de agosto de 2010

Mi miedo es al G8 lo que...

¿Cuestión de sentarse no más,
de escribir sin parar hasta que todo tome forma?

Pero, si lo que me detiene es justo eso: “la forma”,
el mutante en que se convertirán las cosas que siento cuando las ponga en palabras.

¡Y, puf, fue ahí que empezó!
Cuando expurgué al mutante descubrí algo más poderoso, vi la raíz de mis quejas, de mis problemas, de todos mis conflictos y, claro, la justificación de todas mis cobardías. Ahora, estaba cara a cara con el Miedo. De hecho, es Mi Miedo (en negrilla porque han de saber que es personal, intransferible, mío y de nadie más - como la posesividad que siente ese terco Gollum a ese estúpido Anillo) y resultó un incansable acompañante - a dondequiera que voy y, si por él fuera 24/7 - que gusta de ponerme a dudar constantemente de capacidades y de fuerzas internas.

Para aquietarlo un ratito, le doy el discursito (como se les ha dado a algunos países para que firmen el Protocolo de Kyoto) con toda la ceremonia previa: convoco a las contrapartes, recibo a las delegaciones,le preparo unas bonitas diapositivas, le hago traducción simultánea a inglés, a francés, un precario italiano y "se-hace-lo-que-se-puede" alemán, incluso, aprovecho el momento ideal - luego del coffee break/lunch/coffee break otra vez. Y, entonces, zás que le digo:

"más que capacidad en la vida, el asunto es dejar sentir al corazón,
cuando éste siente de verdad, todo se puede hacer."

Pero, tal cual algunos no signatarios de Kyoto, el miedo/mi miedo se niega a ceder, se rehúsa a firmar el pacto de buena convivencia. Ahí, me pongo firme y empiezo la argumentación:

"llegar a esta lección me ha tomado noches de insomnio, de ansiedades, de desesperación y una "por-un-lapso" firme idea de divorciarme de mí misma."

"No seas necio que la vida, a la fuerza, me está enseñando (de hecho, nos enseña: a vos-miedo y a mí-loca) que esas barreras de protección que construí (por y con vos) ya no son útiles. Ahora, a este paso darle prisa y empezar la demolición."

"¡Que hable el corazón!"


Y él, por supuesto, contra-argumenta y ataca por lo bajo; burlándose señala la idiotez de querer derrumbar una fortaleza de 30 años de construcción (pegada con cemento, barro, engrudo, brujita, DHL, cemento de contacto, aceite de coco y barniz y, hecha con: lodo, ladrillo, arena - de desierto, no la de playa - madera de abedul y encima puesta CONCRETO) con el triste pico y la escuálida placa, puf, digo: pala (porque hoy no es martes y no me toca dejar el auto) que ahora poseo como herramientas.

Luego, toma fuerza, pone tono de "no seas estúpida" y me remeda:
"¡Que hable el corazón!"

Yo termino sintiéndome como país "del tercer mundo" en reunión del G8, con el discurso desbaratado y proclamando:

¡Que viva el Sistema y que siga la Contaminación Ambiental!