tres esperpentos en las horas quedadas,
uno hacia la media noche, uno por los espíritus, uno al desayuno.
en una calma forzada, recoger los alientos:
¡huye al bosque, devora niños!,
con tus restos de trocitos de infantes acaramelados
la bondad no corre por tus venas,
tiempos difíciles se aproximan,
y vos acá, botando la esperanza.